Los
rayos del sol comenzaban a salir al mismo tiempo en que el despertador producía
aquella desagradable melodía que nos hizo abrir los ojos. Yo me levanté
lentamente y fui directa a por una ropa decente para poder darme una ducha.
Mientras,
Delia se sentaba en su cama y me escrutaba con la mirada, observando cada paso
que daba. Me incomodaba que hiciera eso. Iba a decírselo cuando habló.
-
¿Cómo te encuentras?
- Pues...
bien supongo.
- Hablo
de tus heridas.
- Ah
ya, claro. Pues aún me duele un poco la espalda pero estoy mejor. Gracias por
preguntar.
- No
las des -sonrió.
La
verdad era que sus repentinos cambios de humor me trastocaban, pero ya que
estaba tranquila, no iba a desperdiciarlo.
Salí
de la habitación y me fui corriendo a la ducha antes de que se convirtiera en
un hervidero de chicas apuradas por refrescarse un poco. Varios minutos
después, yo salía contenta de allí mientras se iban produciendo las primeras
peleas cotidianas de cada mañana.
Bajé
al comedor y busqué a Darío con la mirada. Estaba hablando con dos se sus
amigos. Iba a acercarme cuando un grito interrumpió mis intenciones, al igual
que las de los demás.
- Eh
chicos, ¡venid a ver esto! -gritó un chico desde el ventanal.
Todos
apuramos el paso. La curiosidad nos mataba. Enseguida se formó un coro
alrededor de las ventanas, y uno por uno, las sonrisas se adueñaron de cada
rostro juvenil.
- Dios
mío... ¡está nevando! -grité emocionada.
-
¡Vamos fuera!
Ni
cinco segundos tardamos en echar a correr hacia la puerta. Pero el sueño se
desvaneció cuando doña Victoria irrumpió con su presencia.
- Nadie
saldrá fuera -dijo con aquella voz autoritaria.
- Pero
está nevando... -susurró una niña.
- Me
trae sin cuidado -gritó. - Todo el mundo al comedor, ¡ya!
Uno
por uno se fueron alejando. Pero ver la desilusión de la pequeña me hirvió la
sangre y me quedé allí quieta, mirándola desafiante. Una parte de mí me animaba
a seguir adelante. La otra me gritaba que fuera más sensata e hiciera como
todos los demás. Pero yo no quería hacerlo. Empezaba a hartarme de tanta
injusticia.
-
¿Algo que objetar Valery?
- Me
parece injusto que no nos permita salir. Y ya no hablo por mí, sino por esos
niños. No les quite su infancia.
- Te
equivocas -dijo acercándose amenazante. - Yo dirijo su infancia para que sena
personas de provecho y no personajes rebeldes y maleducados.
- Puede
calificarme como desee, pero me siento orgullosa de ser tan sincera -le
contesté.
- Tenía
la esperanza de que hubieras aprendido la lección.
Acto
seguido, me cogió bruscamente del brazo y tiró de mí. Sabía que me lo había
buscado sola. Sin embargo, no me arrepentía.
PD:
¡¡OS DESEO UNA MUY FELIZ NAVIDAD A TODOS Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO!! !!MUCHOS
BESOS!! ¡¡OS QUIERO!!