Hoy en día hay demasiado jóvenes que no son capaces de
valorar lo que realmente es el esfuerzo. Pero ella sí lo sabía. Muchos
adolescentes tienen la suerte, o quizás no tanta, de tener una vida donde no
les falte de nada, con unos padres que cuentan con un buen trabajo y una parte
de su suelo pueden dedicárselo a sus hijos sin ningún problema. Pero aquella no
era su suerte, o quizás sí la era.
Paloma era una joven de dieciséis años. Sus ojos,
grandes y hermosos de un color castaño claro, combinaban a la perfección con su
pelo moreno y brillante con aroma a limón. Una nariz afilada le daba un toque
fino a su cara, y unos labios carnosos, siempre con una sonrisa dibujada,
terminaban de complementar con un rostro dulce y adulto. Aparentemente, era una
chica como las demás, pero ella sabía que era diferente. Porque lo era. Tenía
un carácter demasiado maduro para su edad, dominado por una responsabilidad
enorme y un profundo deseo de cumplir hermosos sueños y ambiciones. Era una
chica muy comprensiva, cariñosa y amable, a pesar de que ocultaba su situación
económica como un importante secreto que le regalaba momentos de tristeza y
desilusión cada día. Por eso conocía el verdadero valor del esfuerzo y creció aprendiendo
a luchar cada día.
Se pasaba las tardes estudiando para sacar buenas
notas que le permitieran acceder a las becas. Aquel sábado, a las seis, una
llamada interrumpió si tarea diaria.
- Hola Palomita, ¿cómo estás?
- Recuperándome de un ataque cardíaco, me has
dado un susto de muerte -le dijo a Ismael, su mejor amigo.
- Esa era mi intención -contestó él riéndose. - ¿Qué
hacías?
- Estudiar, ¿qué si no?
- Vamos Paloma, deberías tomarte un respiro. ¿Te
gustaría venir al cine conmigo y unos amigos? Te vendrá bien despejarte.
- Lo que me viene bien es estudiar Ismael,
necesito aprobar.
- Eres una empollona, lo sé, pero también tienes
derecho a descansar.
- Ismael... no tengo dinero -soltó segundos
después.
- Pues yo te invito.
- No me hagas sentir mal -dijo Paloma
entristecida.
- No pienso aceptar un no. Vamos Paloma, por
favor.
Ella, tras pensarlo bien, terminó aceptando. Una hora
más tarde se encontraba en su coche de camino al cine.
Ismael, su mejor amigo, el único que la conocía
realmente y sabía ese secreto que ella tanto ocultaba. Sus ojos rasgados y
brillantes infundían confianza y su enorme sonrisa hacía presente la alegría
con la que vivía cada segundo, cada minuto, cada hora. Era un chico muy fuerte
y seguro, lo que ayudaba a Paloma a tener en quién apoyarse en sus momentos de
debilidad. Era su amigo, el único que conocía todo de ella.
Un silencio profundo llenó el coche de camino al cine.
Un miedo impronunciable ocupaba los pensamientos de Paloma, el miedo al ver al
resto de la pandilla. ¿Les caía bien? Eso no le preocupaba en absoluto. Le
parecía peor como se sentía cuando se los encontraba de frente...
Me ha encantado
ResponderEliminarespero la segunda parte^^
me gusta avisame cuando este la segunda parte!^^
ResponderEliminarte espero pasate(;
Me ha encantado , de verdad, me encanta tu forma de expresarte. Simplemente fantástico, enseguida leeré la segunda parte, estoy ansiosa, has conseguido que me enganche :)
ResponderEliminaruuuuh natii *.* ahoraa voy a por la segunda partee :D (L)
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