Capítulo tres (Primera parte)

23 diciembre 2011

Los rayos del sol comenzaban a salir al mismo tiempo en que el despertador producía aquella desagradable melodía que nos hizo abrir los ojos. Yo me levanté lentamente y fui directa a por una ropa decente para poder darme una ducha.
Mientras, Delia se sentaba en su cama y me escrutaba con la mirada, observando cada paso que daba. Me incomodaba que hiciera eso. Iba a decírselo cuando habló.
- ¿Cómo te encuentras?
- Pues... bien supongo.
- Hablo de tus heridas.
- Ah ya, claro. Pues aún me duele un poco la espalda pero estoy mejor. Gracias por preguntar.
- No las des -sonrió.
La verdad era que sus repentinos cambios de humor me trastocaban, pero ya que estaba tranquila, no iba a desperdiciarlo.
Salí de la habitación y me fui corriendo a la ducha antes de que se convirtiera en un hervidero de chicas apuradas por refrescarse un poco. Varios minutos después, yo salía contenta de allí mientras se iban produciendo las primeras peleas cotidianas de cada mañana.
Bajé al comedor y busqué a Darío con la mirada. Estaba hablando con dos se sus amigos. Iba a acercarme cuando un grito interrumpió mis intenciones, al igual que las de los demás.
- Eh chicos, ¡venid a ver esto! -gritó un chico desde el ventanal.
Todos apuramos el paso. La curiosidad nos mataba. Enseguida se formó un coro alrededor de las ventanas, y uno por uno, las sonrisas se adueñaron de cada rostro juvenil.
- Dios mío... ¡está nevando! -grité emocionada.
- ¡Vamos fuera!
Ni cinco segundos tardamos en echar a correr hacia la puerta. Pero el sueño se desvaneció cuando doña Victoria irrumpió con su presencia.
- Nadie saldrá fuera -dijo con aquella voz autoritaria.
- Pero está nevando... -susurró una niña.
- Me trae sin cuidado -gritó. - Todo el mundo al comedor, ¡ya!
Uno por uno se fueron alejando. Pero ver la desilusión de la pequeña me hirvió la sangre y me quedé allí quieta, mirándola desafiante. Una parte de mí me animaba a seguir adelante. La otra me gritaba que fuera más sensata e hiciera como todos los demás. Pero yo no quería hacerlo. Empezaba a hartarme de tanta injusticia.
- ¿Algo que objetar Valery?
- Me parece injusto que no nos permita salir. Y ya no hablo por mí, sino por esos niños. No les quite su infancia.
- Te equivocas -dijo acercándose amenazante. - Yo dirijo su infancia para que sena personas de provecho y no personajes rebeldes y maleducados.
- Puede calificarme como desee, pero me siento orgullosa de ser tan sincera -le contesté.
- Tenía la esperanza de que hubieras aprendido la lección.
Acto seguido, me cogió bruscamente del brazo y tiró de mí. Sabía que me lo había buscado sola. Sin embargo, no me arrepentía.

PD: ¡¡OS DESEO UNA MUY FELIZ NAVIDAD A TODOS Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO!! !!MUCHOS BESOS!! ¡¡OS QUIERO!!



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Capítulo dos (Segunda parte)

08 diciembre 2011

Nos adentramos en el orfanato a través de la ventana del vestíbulo principal y allí nos separamos. Yo corría de la forma más silenciosa posible , y tan rápido como si algo me persiguiera. Llegué a la puerta del baño justo antes de que doña Victoria saliera de una de las habitaciones: la mía.
- ¿Se puede saber qué hacías? -me preguntó.
- Estaba en el baño, no me encontraba muy bien.
- Espero que esta sea la última vez que te vea por los pasillos a estas horas de la noche. Al no ser que quieras repetir lo de esta tarde.
- No señora. Buenas noches -dije muy escueta antes de pasar por su lado en dirección a mi habitación.
- Valery.
- Dígame.
- Recuerda que gracias a mí tienes un lugar donde vivir y no estás tan sola. Así que aprende a comportarte, porque dudo que tus padres se sintieran orgullosos de ti ahora.
- Buenas noches doña Victoria -dije llena de ira antes de entrar y cerrar de un portazo.
Sabía que lo hacía para incordiarme, sobretodo aquel día en especial. Si ella supiera lo agradecida que estaba sería capaz de echarme a patadas de aquel lugar.
Seguramente mi vida sería más reconfortante viviendo debajo de un puente antes que tener comida y techo pero soportar castigos y palizas como los que recibía sin ton ni son.
Sin desprenderme de mi ropa, me tumbé boca abajo en mi cama y cerré los ojos. Sólo cuando el silencio era el rey de la noche, encendí la luz de la mesilla.
- Valery, ¿dónde estabas? -me preguntó Delia enfadada.
- Ya lo sabías, te invité a venir conmigo -sonreí.
- Y menos mal que no te hice caso. Si doña Victoria se ha puesto así al no encontrarte, ¡imagínate si yo también me hubiera ausentado!
- Habría colado más mi excusa -me quejé.
- Lo siento por ti, pero yo me niego rotundamente a pasarlo mal.
- Doña Victoria no nos pillará -dije incorporándome.
- ¿Estás segura? Yo que tú tendría más cuidado porque llegará el día en que te pille y lo lamentarás.
- De todas formas poco me importa ya Delia. Me falta muy poco para marcharme y no dudaré en hacerlo desde que pueda.
- No Valery, así no son las cosas. Por si no lo sabes, doña Victoria tiene mucho poder, y el hecho de que sea tu tutora influye en todo lo que tenga que ver contigo. Si se le antoja, puede hacer que te esté prohibido salir de aquí durante unos años más.
- No puedes hablar enserio -susurré.
- Ojalá me equivocara Valery. Por eso te pido que recapacites, lo digo por tu bien. Si te toca aguantar otro año más no sería bueno que la tuvieras tanto en tu contra.
- La tengo en mi contra desde que crucé la verja del orfanato por primera vez -dije con cierto tono de asco.
- Entonces no lo empeores. Buenas noches Valery.
- Buenas noches Delia.

Apagué la luz y volví a tumbarme en la cama. El brillo de la luna atravesaba la ventana y me alumbraba con dulzura. Después de toda la excitación vivida durante aquel día no me costaría dormir, por lo que cerré los ojos y le permití a Morfeo que me secuestrara.



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